La cena de navidad de la Transformación digital

Aprovechando las fechas navideñas tenemos un poco la tradición de hacer posts un poco atípicos. El año pasado hicimos una adaptación del Cuento de Navidad de Dickens, que parece que gustó. Este año, nos vamos a sumergir en uno de los eventos etnográficos que marcan la experiencia laboral de occidente: las cenas de navidad. Como autónomo que soy, las mías son más bien escuetas, breves y baratas. Sin embargo, creo que una cena de empresa es un muy buen escenario para contar lo que es la transformación digital en la Administración Pública. A ver si esta vez gusta o no.

Foto antigua de 4 personas haciendo picnic.
cena de empresa de hace muchos años. Fuente

Fauna específica de la cena de navidad

Lo primero que tenemos que mirar para sobrevivir a una cena de Navidad es  quién va a quién acercarse y de quién huir. PAra eso, veamos los perfiles de asistentes:

  • Los Jefes. Están apartados por el resto del mundo. Primero porque son los Jefes y uno no quiere exponerse a meter la pata con ellos. Por otro lado, no se suele confraternizar con ellos demasiado porque están todo el día haciendo cosas de Jefes. Los Jefes quieren que la cena esté bien y que la gente acabe contenta. Es un poco  marrón, pero claro, cualquiera no la hace. Evidentemente, son los políticos.
  • Los cocinillas .  Aunque en todos sitios hay geeks, en este tipo de eventos los influencers son los «cocinillas».Es el tipo de gente que ha estado todo el año leyendo libros de cocina y viendo Master Chef y van a medir la cena respecto a esos parámetros. No por mala intención ni soberbia, es que saben lo que puede dar de sí una cena bien hecha. Todo el mundo querrá saber su opinión de cómo se han estirado los Jefes. Son la comunidad de gente que le gusta lo digital, la innovación y esas cosas.
  • El departamento de contabilidad. Normalmente son los que dicen que no a todo. No a más presupuesto, más recursos, pagar horas y demás. No son los más apreciados fuera de su hábitat. Saben lo que va a costar la cena (y lo que no incluye el menú).  Estos son los mismos.
  • Recursos Humanos. Recursos humanos ha encargado la cena al restaurante, hecho las listas y todo lo demás. La cuestión es que han pedido al cocinero que haga lo que piden los Jefes, que esperan contentar a todo el mundo con una buena y abundante comida, pero dentro del presupuesto, y evitando que los cocinillas pongan el grito en el cielo por que esté objetivamente mal. Son los responsables de organizaciones que se meten en este trance.

Personajes con texto

  • La gente normal. La mayoría de la gente va a pasárselo bien, estar con los amigos y quedarse a las copas. Salvo que las cosas vayan mal y entonces estén todos con cara de ajo, esperando escaparse.
  • La mesa de la muerte. Siempre hay una mesa de tipos pesados a evitar para que no te den la cena … Esto es un modo de ser, no un perfil profesional, pero en todo caso, son perfiles tóxicos.

Así que, conforme va llegando la gente, empiezan a salir los aperitivos.

Los aperitivos.

Los aperitivos son lo que va preparándote para la cena, pero que no son la cena.  En este caso, los aperitivos son todas estas leyes que tocan la cosa digital colateralmente. En este caso tenemos:

  • La Ley de Contratos. Con la Ley de contratos pasa como con las albóndigas. Posiblmente, esa carne picada ya haya sido usada para varios platos y varios días y está revenida. Ya de tantas carnes y ocultas en tanta salsa, uno no sabe a qué sabe, pero realmente, si es tu cosa, es muy adictiva. Los Jefes todavía miden todo por las albondigas de sus abuelas. Los cocinillas enarcan la ceja temiéndose lo peor. Contabilidad sabe que todo el mundo se la va a comer y Recursos humanos lo vé como la apuesta segura de la noche.
  • La Ley de Transparencia. Son como un ceviche en una espuma de papaya en una cucharita de aperitivo. Pasan dos cosas. Por un lado, todo el mundo quiere que piensen que les gusta, porque es moderno, y guay y sofisticado. Sin embargo, no es del gusto de todo el mundo, así que acaban sobrando como las galletas de coco. Los Jefes contarán a todos sus amigos que en su cena de empresa ponen Ceviche. Contabilidad está espantada porque sabe que va a sobrar ceviche y que sale carísimo. Los cocinillas están encantados y algunas de las «personas normales» descubren que el ceviche es lo más. Recursos humanos sabe que el Ceviche no será lo que le dé el éxito ante todo el mundo, pero que como salga malo, sufrirán críticas de por vida.
  • La ley de Protección de datos. La ley de protección de datos es un poco como unos platitos con un cremoso de verduras y una gamba sin pelar. Aquí confluyen dos cosas: primero, que nadie sabe cómo se come eso, si con cuchara, o metiéndoselo en la boca o qué. En segundo lugar, es imposible comerla sin acabar pringado de una manera u otra. Los jefes no saben por qué el cocinero ha insistido en poner marisco. Contabilidad piensa que el presupuesto se va. Recursos humanos considera que entre las albóndigas  y el ceviche, nadie se va a fijar en ello. Salvo que la gente se intoxique con las gambas

Primer plato: las leyes 39 y 40.

El primer plato es el factor común de cualquier cena de este tipo. Puedes comer unos u otros aperitivos, puedes elegir entre carne o pescado en los segundos, pero el primer plato, como la muerte y hacienda, une a todos. La dirección ha elegido  un risotto, que son muy fans del risotto y no quieren que la gente piense que escatiman. El problema es que un risotto no es un primero, sino un plato principal, así que a mucha gente le va a costar comérselo o, digerirlo antes de ir al segundo plato.  A la dirección le gusta, y piensa que la gente espera que hagan un gran risotto.

El risotto en los grandes restaurantes es una mala cosa, porque por como se cocina se suele hacer un arroz cremoso con nata y punto. Así que parece risotto, pero no está igual de bueno y es mucho más pesado. Los cocinillas están se debaten porque por un lado, el sabor a trufa no está mal, pero no es la mejor elección y, de serlo, se podría haber hecho mucho mejor.

Finanzas está pendiente de que:

  1. Todo el mundo coma, y no sobre
  2. Que nadie se pase de listo pidiendo que se lo cambien por más albondigas.

El resto de la gente está haciendo un esfuerzo para comer y que no sobre más que a sus compañeros de mesa. Sobre todo si están cerca el Jefe o contabilidad. Algunos como decimos, notan que ese arroz va haciendo bola, otros, aún no se han dado cuenta, pero posiblemente lo paguen en los segundos.

Los segundos.

Los segundos son los planes de Transformación Digital con el que intenta salir adelante. Hay dos opciones.

  • Solomillo Wellington. Es un plato para los que les gusta ir por todo lo alto. Ya que es la cena de navidad y paga la empresa, va a por todas,  y, de paso, se vea su satisfacción. En verdad, como hemos comido primero risotto, se hace todo difícil de tragar: o lo comes haciendo un esfuerzo, o no lo acabas. Los cocinillas consideran que aunque entra en el imaginario de una «cena de navidad», después del rissoto, va a ser demasiado. Los jefes están contentos de que la gente pida solomillo. Contabilidad dice que «como está pagado» que más da. Recursos Humanos sabe que con los que coman solomillo, aunque revienten, no le echarán nada en cara y dirán que genial.
  • Merluza al horno. Los planes «tipo merluza» son los que coges  pensando en no meterte demasiada comida y poder seguir andando. Eso sí, cocinar pescado en grandes cantidades es complicado, y más si es merluza al horno, porque es difícil dar el punto justo y si no es muy fresco, canta. Así que, si optas por la merluza y el cocinero es muy bueno, es la mejor opción, pero amigo, si no lo es, te quedas con hambre. En todo caso puede pasar que acabes bien para el postre, o que te quedes con hambre… y para una vez que paga la empresa…

Cafés y postres.

Los cafés y los postres es lo que queda al final. Cuando tenemos leyes, y planes, llegan ya los proyectos. Muchos no llegan a este punto, y se contentan con comer una peladilla por compromiso (proyectos pequeños de mínimo). Otros pasan directos al café o infusiones, para bajar todo lo de antes. Los que han ido apañándose bien, incluso pueden disfrutar del helado con su tulipa de barquillo y lo disfrutan, pero o han comido menos, o tienen mucho fondo.

Como todos sabemos, en cafés y postres, ya se empiezan a romper filas. Algunos van a ver a amigos… los que les ha tocado la mesa de la muerte, intentan huir. Algunos intentan acercarse a hacerse los simpáticos con los jefes en un momento de mayor distensión.

La barra libre.

La barra libre es el último punto: la realidad. La gente ha ido a divertirse. Aquí ya se junta la gente con quien tiene una buena relación personal. Los jefes o se intentan escaquear lo antes posible, porque no tiene muchas relaciones, o intenta humanizarse y acaba muy perjudicado al cuarto gin-tonic. Hay quien se deja llevar por el entusiasmo del momento, puede hacer comentarios a los jefes de los que se arrepentirá al día siguiente.

Hay parejas de departamentos inesperadas que confraternizan, y aunque intentan mantenerlo en secreto, todo el mundo lo sabe y van a ser la comidilla de la comida.

Luego están los que se despiporran a lo grande y acaban vomitando en el baño y con las copas. Tanta comida mezclada con la «vida real» se indigesta. Los raros, siguen siendo raros y atrapados en su lado.

El final de la noche algunos siguen la fiesta  y otros se vuelven para casa. Y ahí está el remate, como todas las empresas han hecho la misma cena el mismo día, no hay manera de coger un taxi… así que acabas dolorido y helado esperando a que alguien te lleve a casa..

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