Como suele pasar por estas fechas por un motivo o por otro, toca hablar de la declaración de la renta. Si bien el año pasado la polémica surgió con la caída del servicio web al inicio de la campaña, este año los motivos son otros. La Agencia Tributaria cierra uno de las hitos que la ha llevado a lo que es hoy. En 2017 ya no hay programa PADRE y eso es un cambio más importante de lo que pueda parecer.

El peso de la tecnología: la obsolescencia sobrevenida.
El programa PADRE fue un hito en la vida de los hogares españoles. La entonces joven y complicada declaración de la Renta, suponía varios días de trabajo, cálculos e impresos. La generalización de los ordenadores en el ámbito doméstico permitió que el programa se popularizara rápido. No era bonito, y, desde luego, el parque de impresoras seguía haciendo imprescindible el uso de los impresos oficiales. Había que rezar para que la aguja de la impresora cayera más o menos cerca de la casilla. Sin embargo había que reservar en el estanco los disquetes (que es lo que había antes) para poder terminar pronto.
Hoy en 2017 esto ya no tiene sentido. Ya hace años que no tiene sentido ir a comprar un programa. Esto lo están viviendo las tiendas de los videojuegos. A no ser que sea una edición de coleccionistas, se prefiere en la mayoría de los casos la compra virtual. Estaría bueno ver una edición coleccionista del programa PADRE. Pero es que además, cada vez tiene menos sentido tener que «poseer» el programa, incluso de manera virtual, para usarlo.
Así que, muy posiblemente, comprar el programa fuera ya una excepcionalidad. En la medida de poder ofrecer la misma funcionalidad sin tener que usar un programa «residente», el programa estaba destinado a desaparecer como ha hecho.
La flexibilidad del servicio digital.
Lo cierto es que a un usuario descargarse un programa o usarlo on-line le da lo mismo. A no ser que sea especialmente pesado, descargarse e instalar un programa es algo trvial. Lo hacemos con los móviles y cono los ordenadores (incluso sin darnos cuenta). Así que, aunque sea un poco más cómodo prescindir del programa, tampoco es algo que te «esté quitando la vida».Vista la naturaleza del trámite, darle a descargar y aceptar es una molestia muy mínima respecto a ir a la siguiente página.La no descarga obedece más a que el propio sistema de la agencia te lleva a no hacerla.
Sin embargo, el servicio digital es todo ganancias para la Agencia Tributaria. Se trata de un modelo mucho más ligero, flexible y sencillo. Se controla todo el ciclo de los datos desde que se teclean (si se hace) hasta que se integran en sus sistemas internos. Esto puede parecer poca cosa para los no familiarizados con la gestión de software, pero puedo asegurar que hay mucha gente con muchos menos problemas hoy que hace años. No tener que preocuparse de en qué versión del programa se ha hecho la declaración, sería un buen ejemplo.
Un posible cambio en la Administración.
Así que tenemos un mecanismo de relación en el que la gente puede presentar sus datos a la administración de manera rápida y directa. Este sistema es más fiable que tener que usar un programa local y luego subir los datos a un servidor. Esta lógica es más o menos la que tenemos con la mayoría de las interacciones que hacemos con la Administración electrónica (quitando los formularios Adobe que son un poco especiales porque tiran de un programa intermediario).
La cuestión es esta. La integración a partir de un servicio web directo entre la Administración y el ciudadano debería permitir una mejor relación entre ellos. Ya no hablo de que sea más sencillo de manejar (que es algo distinto), es una manera de mantener una interacción y un control más directo sobre qué ofrecer. Por ejemplo, pensar que si hay un problema en una pregunta de un formulario, poder modificarlo rápidamente para todos los usuarios. De ahí, para arriba.
El futuro está ahí.
Es más, pensemos en toda la explotación de datos que se puede hacer. La mejora de los servicios públicos podría ser enorme. Imaginemos poder controlar casi al segundo las dinámicas y características de solicitudes de servicios públicos. Lo que podría ser aún más: si lo juntamos con inteligencia artificial, poder modular la demanda de información a los ciudadanos conforme lo que vayan introduciendo para guiarle en los servicios que puede necesitar. Sería algo enorme.
Existen saltos que no son muy llamativos, pero que contribuyen mucho a crear el futuro. Articular la presentación de la Renta en el canal informático solo por el servicio web no es un salto enorme. Sin embargo es algo que quema los barcos de un modelo de administración para embarcarnos (quizá) en otra. Esa puede ser muy distinta, pero para hacerlo, primero tiene que dar estos pasos.
A ver qué sucede.