La inercia de la compulsa compulsiva

Recientemente he estado realizando una serie de trámites administrativos por diferentes cuestiones. En uno de ellos, me solicitaron una copia compulsada y escaneada de mi título universitario. Lo cierto es que, aunque pueda parecer muy optimista, mi idea era que esto, era algo que estaba desterrado, pero parece ser que no. La verdad es que estoy muy mal acostumbrado, porque en la burocrática francia, la declaración responsable cumple esta función, haciendo algo más cómodo y, en mi opinión, igual de válido. En todo caso, creía que en tiempos de la Administración electrónica esto estaba más que superado. Me equivoqué.

Empleado público esperando una copia compulsada ayer mismo. Fuente.
Empleado público esperando una copia compulsada ayer mismo. Fuente.

La copia compulsada escaneada.

La historia parte cuando envié una imagen escaneada del documento para un trámite. Unos días después, antes de finalizar el procedimiento, recibo un correo en el que se me solicita una copia compulsada y escaneada para que sea válida. Ante mi sorpresa, me pongo en conctacto con dicha administración y me confirman que un escaneo simple del documento no es suficiente.

Paralelamente, me comenta José Antonio García que existe la posibilidad de obtener un certificado comprobable en el Ministerio de Educación. En su sede electrónica, puedes localizar un servicio en el que, una vez identificados, te emite un documento que certifica las titulaciones oficiales que se tienen con su Código de Verificación. Cualquier persona que pueda ver ese documento puede ir al ministerio de educación a comprobar que se certifica que el título existe. Simplificandolo más: quien emite el título permite, mediante una conexión segura y certificada, comprobar que un documento que ellos han emitido (y que certifica la validez del título) es real. ¿Qué puede haber mejor que eso? Posiblemente sólo llevar el título y un control pericial que demuestre que no es una falsificación.

Pregunté en mis redes sociales, a ver si la gente esperaba que la Administración optara por la compulsa o no. Ganaron los que apostaban por que tendría que acabar presentando la compulsa.

La compulsa compulsiva.

Encontrar quien te compulse no es sencillo. Al ser un envío digital, la oficina de correos no me lo iba a aceptar. Por otro lado, la Administración ante la que comparezco está muy lejos de mi casa, así que no lo puedo presentar por su registro. Al menos me confirman que puede ser cualquier administración. Por último, las administraciones no están obligadas a compulsar documentos que no se quedan (recuerdo que tengo que mandarlo escaneado, no es preciso el envío por registro), lo que me deja tres opciones.

  • Ir a alguna oficina de las que hay que te compulsan todo. No son muchas, no están cerca de casa, y posiblemente habrá cola
  • Pedir a alguien un favor y que me lo compulse.
  • Buscar un notario y pagar.

Así que como puedo optar por la segunda, descarto las otras dos.

Paralelamente, adjunto el certificado de la web del ministerio, y me confirman de la suso dicha Administración que no les vale. Solo se contentan con la copia compulsada y escaneada. Así que la envío. Me han hecho un favor y ellos tomarán una resolución sobre un documento menos fiable que me ha costado más conseguir.

Lo que ha ido mal.

Lo primero que tenemos que pensar es ¿por qué una copia compulsada digitalizada? En mi entendimiento, la única explicación posible es que dicha Administración entienda que la compulsa  valida de alguna manera que el título original existe. Es decir, entienden que es posible escanear un título falso, pero no falsear la fórmula de sello+firma. Esto es absurdo, porque es igual de fácil falsificar el título total que el titulo y el sello y es el mismo delito hacer uno que los dos. Es decir, confían la validez de un proceso a una fórmula que, evidentemente, no lo asegura. Además, complicando el proceso al ciudadano cuando no aporta ningún valor ni seguridad para ello.

En segundo lugar, hay un problema de desconocimiento de la oferta de servicios del Ministerio de Educación. Muy posiblemente, esto recáiga más en la falta de costumbre de las instituciones españolas de promover sus servicios. Es muy probable que, si dieran a conocer este servicio a sus usuarios (la ciudadanía) como a sus clientes (las instituciones que reclaman títulos superiores para los procedimientos), esta fórmula estaría más integrada en todos los procedimientos. Este proyecto está infrautilizado, suponiendo costes de oportunidad para ciudadanos y administraciones.

En tercer lugar, la persona a la que corresponde la decisión de aceptar o no el documento en un formato que no conocía. Puedes ignorar que existe el servicio, pero si conoces la Ley (y no una muy nueva, la 11/2007) tienes que saber que los documentos presentados en este formato tienen la misma validez que el papel. Pues parece que no lo sabía o no le importaba.

Lo que significa la compulsa.

La compulsa significa que, lamentablemente, hablar de transformación digital es un lujo. En la actualidad no sabemos ni entender qué es un documento electrónico.

El sistema de compulsas en papel (y más escaneadas), es caro, incómodo e inseguro. Falsificar un documento en papel es fácil. Me siento en un modelo obsoleto, incómodo e inseguro.

Preguntar a quien emite si ese dato es real, es bárato, fácil, y fuera de la mano del interesado. No promover servicios innovadores al conjunto de la sociedad y a otras administraciones es, posiblemente, la principal causa de falta de uso.

No hace mucho tiempo, Victor Almonacid habló de un caso también relacionado con los títulos. Una persona que se negó a facilitar el título en papel autorizando a la Administración recabar el dato (lo que ya estaba también en 2007). El Sindic de Gregues le dio la razón.

Que la gente tenga la expectativa indica la confianza sobre la materia. No es algo científico, pero puedo asegurar que contestaron no pocos empleados públicos. Puede decir la ONU, el OBSAE y la AEVAL lo que quieran, pero me temo que la mayoría de la ciudadanía espera una administración que entre la duda de hacer algo o cargar a la ciudadanía, apuestan por la segunda.

Al final ¿Qué vas a hacer? ¿Convertirte en Don Erre que Erre e ir hasta el final para demostrar que tienes razón? Pues no, te aguantas, y optas por la solución incómoda, insegura y dilapidas el dineral que cuesta modernizar la Administración. ¿Quién gana con esto? Pues básicamente la persona que no se tiene que esforzar para cumplir una norma que existe desde hace 10 años. No nos sale muy a cuenta.

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