La inteligencia colaborativa: el motor de la innovación

Cuando nació este blog lo hizo con un firme propósito: ayudar a que las webs de las administraciones y los servicios públicos hicieran bien su labor. Esta idea, un poco genérica, se encuentra con distintos obstáculos  (culturales, organizativos, legales) pero, sobre todo hay uno fundamental: no sabemos cuándo una web lo hace bien. Y no me refiero al simple hecho de si cumple su cometido, si convierte más o mejor que otra, o si aumenta el compromiso de su público sino a si, en comparación con su entorno, está funcionando como debe. Se trata de entender tanto si lo hace igual de bien que el resto de páginas de la misma industria, sino de si el conjunto de la industria (en este caso el Sector Público) es capaz de cubrir los objetivos integrales en lo que se refiere a su web.

Necesitamos conocer el nivel de desempeño de los sitios de cada servicio y de los conjuntos de servicios interrelacionados por finalidad, público o naturaleza. Para ello necesitamos acceder y analizar la información acerca de estos funcionamientos, algo que sin no existe ya es técnicamente viable, abrirla y distribuirla por todos el espacio de la acción pública sin que se pierda por el entramado de la organización. Se trata de utilizar la inteligencia competitiva del sector privado para generar la inteligencia colaborativa del sector público.

cultura colaborativa: compartir, no copiar
No se trata de copiar, sino de compartir

¿Qué es la inteligencia competitiva?

La inteligencia competitiva es la comprensión y el entendimiento de lo que ocurre fuera de tu negocio para que sea lo más competitivo (wikipedia dixit).

Se trata de un tipo de inteligencia, es decir, de la comprensión de hechos a del entorno para comprender la situación real de una organización  para descifrar su entorno. La principal diferencia de otros tipos de inteligencia es que, en lugar de centrarse en una posición respecto a un público o a valores netamente individuales, lo hace en otros sujetos de su entorno. Básicamente se fija en lo que hace y cómo funcionan los demás para mejorar el rendimiento de la organización.

A partir de esa observación se puede actuar sabiendo:

  • Si lo hacemos bastante bien. Es decir, imaginemos que una marca de refrescos X ve que vende lo que creía muchos de sus productos en envases de 1,5 litros, pero descubre que el resto del sector vende muy por encima de sus cifras en ese segmento de productos.
  • Si los otros lo hacen mejor: Ya no es solo si nos mantenemos al nivel de la competencia, sino si dentro de esta alguien destaca. En el ejemplo de los refrescos pongamos que la marca X descubre que su competidor Y duplica la cuota ce ventas de sus productos equivalentes en el mismo soporte.
  • Si nosotros lo hacemos peor: Ahora pensemos que el responsable de la empresa X de refrescos se da cuenta de que la marca Y se ha preocupado por posicionar paquetes de 4 unidades en los supermercados, en vez de buscar la venta de paquetes individuales, y eso es lo que hace que la gente compre más. No solo eso, sino que el resto de la competencia ha trabajado en envases de un tamaño más acorde con las neveras que se venden en la actualidad.

Como vemos, a partir de ver cómo le va el negocio de los demás podemos aprender cómo mejorar el nuestro. Y es que la inteligencia competitiva no habla solo de mirar a la competencia para aprender, sino de mejorar la competitividad a partir de los aprendizajes.

La versión pública: La inteligencia colaborativa.

Como es de esperar la inteligencia competitiva suscita debates éticos (hasta qué punto unos datos deben ser examinados por la competencia o no… por ejemplo, empresas como Google suele ser muy herméticas respecto a sus datos). Sin embargo en el Sector Público si tenemos una ventaja fundamental que, a la vez es una exigencia: no se trata de competencia, sino de socios. Decía Rose que «las políticas públicas unen lo que las constituciones separan». En la atención al ciudadano, al público, cada una de las agencias y administraciones están en colaboración y contacto con las acciones de otras muchas. De esta manera, por ejemplo, si queremos conocer el desarrollo de la educación de manera integral lógicamente tenemos que contar con datos e información de municipios (guarderías y escuelas municipales), regiones (sistema educativo público en general), universidades (como entidades autónomas) y del Estado (la generación de normativa, expedición de títulos oficiales, etc). El conocimiento real del servicio público no es algo que se pueda hacer a través de la colaboración, es que no se puede hacer de ninguna otra manera. Esto es así tanto en el plano físico y tradicional de los servicios como en el plano digital.

La inteligencia colaborativa  trata de emplear las herramientas de comparación de datos para:

  • Enclavar el desempeño de la organización en la gama de servicios que presta: Imaginemos que el responsable de educación y cultura de un municipio tiene una idea acerca de cómo la oferta de las escuelas municipales de música cubre la demanda real de la matrícula. Sin embargo, después de un análisis de  datos referente al número y perfil de alumnos inscritos en ellas descubre que la gran mayoría se centra en una zona concreta del municipio en la que el 40% de los estudiantes reciben esta formación, pero en el resto de zonas del municipio, esta cifra no alcanza el 10% de la población escolar. Posiblemente deba hacer algo que permita homogeneizar el acceso al servicio.
  • Abrir las puertas a la innovación: Ahora que dicho concejal es consciente del problema estudia el funcionamiento en otros municipios de condiciones similares y descubre, por ejemplo, que en uno de ellos la inscripción se puede hacer en el propio centro escolar de los alumnos en vez de en la escuela municipal. De esta manera es más sencillo, rápido y, posiblemente, equitativo.

El objeto de este blog, los servicios digitales,  es un instrumento idóneo para esta colaboración a incluir porque, como dijimos sobre la transparencia, es parte viva del servicio público. Es por ello que su aportación no solo debe ser comparada, sino integrada en otros muchos datos del mundo «no digital» para tener la foto completa.

¿Qué necesitamos para crear la Inteligencia Colaborativa?

Todo esto suena bien  pero, como poco, muy lejano. Aunque  llevamos un tiempo con el Gobierno Abierto los pasos dados están lejos de llegar a su meta. En el caso de los servicios digitales necesitamos:

  • Crear los datos: Conocer el funcionamiento de la web es sencillo a grandes rasgos, pero complicado cuando llegamos al detalle. Hay que generalizar el análisis de datos de los servicios web públicos para poder conocer su funcionamiento real.
  • Homogeneizar su tratamiento: Como hablamos en su día acerca de la industria, la base de la comparación es que los datos sean lo más homogéneos y comparables que sea posible. Es preciso normalizar definiciones, referencias, servicios, métricas y dimensiones para poder hacer la comparación de la manera más eficaz posible. Se trata de crear una serie de metadatos de aplicación generalizada que permita compartir y operar aspectos de diferentes servicios y organizaciones.
  • Abrir los datos: Tan simple como dejarlos a disposición del público, ordenados, declarados, y clasificados.
  • Comunicarlos: una de las cosas más inceríbles de toda la historia del gobierno abierto es la cantidad de iniciaivas que se hacen con la boca pequeña, algunos dicen que por interés, pero yo creo que más por falta de cultura de la comunicación. Hay que dejar claro qué abres, cómo lo haces y dónde se puede encontrar.
  • Impulsar nuevas iniciativas: Tenerlos ahí no es algo que baste, sino que es necesario pensar cómo usarlos. Pensar a lo grande, pensar en el servicio, centrar la atención a la sociedad en su conjunto. Esto va más allá de los límites de la organización. Los límites de la organización son un convencionalismo.

Y una vez hecho esto, tan solo nos queda empezar a andar el camino: no dejemos que nada nos impida llegar. La meta vale la pena.

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