El post de hoy lo trae Manuel Betancor, que es empleado público en un ayuntamiento de las Islas Canarias y cuyo TFM sobre qué puede hacer a los ayuntamientos más transparentes supervisé y que me gustó tanto que no pude evitar invitarle para hablar del tema
En 2019 realicé un pequeño estudio como Trabajo Final de Máster relacionado con la Transparencia de las Entidades Locales, orientado a poblaciones inferiores a 20.000 habitantes de la Provincia de Las Palmas, en la cual habito. Los resultados fueron de lo más desalentadores, llevándome a cuestionar los motivos por el que derivaban tan malas puntuaciones.
Para ahondar aún más en esta materia, en este año tan atípico, solicité participar en la recopilación de la información necesaria para nutrir el Portal de Transparencia del Ayuntamiento en el cual trabajo, de forma que he podido vivir de primera mano esta experiencia.
DE DONDE PARTIMOS
La Ley 12/2014, de 26 de diciembre, de transparencia y de acceso a la información púbica, desarrolla de manera específica el marco regulador de la Transparencia en la Comunidad Autónoma Canaria, existiendo un organismo destinado a la fiscalización de su cumplimiento, el Comisionado de Transparencia de Canarias.
Este organismo revisa en base a un cuestionario sobre transparencia específico, a través del cual elabora un índice propio, el T-Canaria, por el que se evalúa a los organismos públicos de las islas.
El Ayuntamiento en el que viví esta experiencia no entra en la categoría de escasa población, que es la desarrollada por mi TFM, pero a nivel del T-Canaria la información a suministrar es la misma. Cabe decir que en el ejercicio anterior la puntuación obtenida por mi corporación fue de 4,38 puntos, una puntuación nada apetecible.
LA MOTIVACIÓN ES IMPORTANTE
Lo primero que realicé fue revisar la tecnoestructura del Ayuntamiento, tras la última modificación se generó el área de Transparencia, adscribiéndose la misma a la sección de Atención Ciudadana. Sobra decir que esta adscripción no conllevó ningún incremento de personal, aumentando este área su carga de trabajo, la cual se ha visto caotizada por todos los protocolos nuevos impuestos después de la pandemia, así como por un aumento de la demanda de la ciudadanía, ocasionados principalmente con objeto de solicitad ayudas económicas/sociales. La persona responsable es la Jefatura de Sección, la cual vio con muy buenos ojos el par de manos extras que le llegaban.
Lo siguiente que revisé fue la implicación política, y tengo que reconocer al respecto que no tengo nada negativo que reprochar, ya que el compromiso fue absolutamente completo, estando en todo momento codo con codo con el pequeño equipo de dos técnicos que se estaba forjando. La constante supervisión y apoyo de la concejala, a la cual le habían decretado hacía muy poco el área, fue de una gran ayuda, ya que sin su “impulso” jamás hubiéramos conseguido mucha de la información requerida.
Por lo que si la motivación es importante, teníamos un gran camino ganado, ya que tanto el área técnica como política implicada disponía de ella en gran medida, y estaban listos para lograr la mejor puntuación posible este año.
EL ENEMIGO EN CASA
En principio disponíamos de todo lo necesario, un pequeño grupo de trabajo que se encargaría de revisar y recopilar toda la información, una plataforma eficiente donde poder alojarla, apoyo institucional para intentar conseguir la mayor puntuación posible… en teoría no había nada que nos impidiera obtener la nota máxima quedándonos en la cabeza a nivel de transparencia en nuestra comunidad.
Pero la realidad fue otra muy distinta, pasamos de un insuficiente 4,38 a un más que notable 7,45 en la evaluación provisional, pero quedándonos lejos de la excelencia que nos hubiera apetecido tener.
¿Podría ser culpa de la dificultad del cuestionario?, ¿falta de claridad por parte del Comisionado? Me temo que no es el motivo, si bien es cierto que en un primer vistazo el contenido a recopilar puede abrumar en gran medida, también es cierto que está muy bien estructurado, pudiéndose identificar con facilidad a que servicio interno hay que derivar la solicitud de los datos. En las pocas ocasiones que tuvimos que solicitar apoyo al Comisionado no encontramos ninguna dificultad a la hora de contactar con ellos, recibiendo siempre una respuesta concisa que subsanaban todas nuestras dudas.
Los problemas nuestros eran más “de la casa”. La falta de una cultura de transparencia por parte de muchas jefaturas dificultaba en gran medida nuestra labor, debiendo, en algunas ocasiones, de interferir el órgano político para exigir que se suministrara y publicara los datos requeridos por el Comisionado. Y, aún así, no llegamos a conseguir toda la información que nos faltaba para lograr el fin deseado.
Para futuras ediciones solo queda mejorar, el tener el área de transparencia en el organigrama municipal, aunque no esté dotada todavía de medios humanos, es un síntoma de que la transparencia viene para quedarse. Si la implicación técnica/política continúa en los años venideros de igual manera no me cabe la menor duda de que se conseguirá doblegar a las jefaturas más reticentes, integrando en la organización una nueva cultura transparente que nos haga mejorar como administración cada día.