
En las últimas semanas he vivido dos experiencias similares respecto a las administraciones con el uso de plataformas privadas. Por un lado, el INAP ha anunciado el cierre de su plataforma INAP Social, llevándose sus comunidades, que son una fuente de conocimiento, a Linkedin. Por otro lado, tuve la suerte de descubrir el podcast de la Dirección General del Dato (muy recomendable) alojado en Anchor, es decir el servicio de Spotify. En ambos casos hablamos de productos de conocimiento importante elaborado por las AAPP que se intergan en plataformas privadas que están experimentando con el contenido que alojan en términos de uso de IA, lo que me genera, como poco, dudas acerca de estas alianzas.
La relación entre el conocimiento generado en las AAPP y el sector privado
Loa relación entre el conocimiento generado por las AAPP y el sector privado han sido, al menos desde que las conozco, complicadas. Ya en el año 2003 una persona de una organización pública me comentaba que, en su área de conocimiento, «a las administraciones todo, a las consultoras, ni agua«. Habitualmente en muchas organizaciones, como el INAP, al menos hasta hace no tanto, la asistencia a determinados eventos era abierta para sector público y limitada para sector privado. También en el INAP social tradicional, el recelo a perfiles del sector privado con nula participación que planteaban consultas que parecían muchísimo respuestas concretas a casos por los que facturaría una consultora o un despacho de abogados, estaban mal vistas.
No digo que esté mal, si bien es cierto que esto ha ido cambiando a raíz de tendencias como las comunidades de conocimiento o el gobierno abierto, los avances siempre han sido exiguos. Entiendo que genera un cierto conflicto o dilema moral que un contenido o aprendizaje generado por las AAPP con fondos públicos puedan ser interiorizados y comercializados por el sector privado a modo de Free Riding o, en español, gorroneo. Bien es cierto que, el conocimiento, como intangible que es, no se agota, pero si que la asimilación por agentes comerciales que pueden dedicarse a promoverlo, puede no sólo dar de lado iniciativas públicas igual de competitivas, sino llevar a su abandono por falta de uso. Cualquiera que lea la obra de Mariana Mazzucato El Estado Emprendedor puede encontrar múltiples ejemplos.
Es por eso que me resulta curioso como, cuando el sector privado es una persona existe un recelo, y cuando es una plataforma, no parece haber el mismo criterio quizá por una ligera ventaja.
Del capitalismo de plataforma a la plataforma como base de la IA
Nicholas Srnicek en su obra Capitalismo de plataformas establece una tipología de plataformas digitales. No son tipos puros, sino que el modelo tecnológico los entrelaza, pero permiten una aproximación sintética a este fenómeno. Clasifica entre
- Plataformas publicitarias, cuya razón principal es la distribución de publicidad especialmente personalizada. Es el caso de Facebook, Google o Linkedin, por poner ejemplos. Estas son las plataformas de uso mayoritario con un coste monetario mínimo para los usuarios.
- Plataformas de nube. Son las que establecen recursos compartidos para otros actores, estableciendo economías de escala. El modelo más claro es Amazon Web Services, que con un modelo casi monopólico, ofrece servicios a la mayoría de la web.
- Plataformas industriales. Son plataformas que ofrecen recursos o servicios de aplicación específica a las empresas. Esto incluye aspectos tan complejos y extrapolables como Apache Hadoop o Azure, a cosas como herramientas de facturación.
- Plataformas de contenido. Son las que viven de la creación o disponibilidad de contenido. Son los Netflix, Spotify o similares y suelen requerir un coste de suscripción. Sin embargo, han ido convergiendo con las publicitarias, como sabe cualquier usuario de estas.
- Plataformas austeras. Son las que no realizan el servicio, sino que facilita la conexión entre proveedores y demanda. Es el caso de Uber o AirBnB, no producen.
Como decíamos, las plataformas han tendido a mezclarse (casi todas usan AWS como sabemos cada vez que se rompe internet). LAs publicitarias empiezan a ofrecer servicios de contenido o industriales.
Las plataformas en los tiempos de la IA
La IA y las plataformas tienen una relación polivalente.
- Son consumidoras principales. Cualquier plataforma consume IA de manera habitual. El uso de algoritmos de posicionamiento, o de análisis de disponibilidad de recursos, por ejemplo son nichos pioneros en el uso de estas herramientas
- Son proveedoras de IA. En segundo lugar, muchas plataformas utilizan su posición para prover IA a sus consumidores. Este caso es especialmente importante en el caso de las industriales (herramientas potenciadas por IA en temas como ERPs). También el uso de Spotify para crear DJs personalizados o traducción automática de podcasts muestran un uso más personal
- Son inversoras o socias estratégicas. Es raro no escuchar un acuerdo entre un proveedor de IA y una plataforma para la creación de modelos propios por pago o por acuerdos de desarrollo compartido.
- Son fuentes de datos. Las plataformas concentran la mayor parte de tráfico de internet y, por lo tanto, de todos los datos que hay. Además, su estructura permite un empleo sencillo y escalable para los diferentes modelos.
¿En qué lugar queda la Administración entre las plataformas y la IA?
En este contexto, la Administración como usuaria de plataformas se encuentra en una situación compleja. Por un lado, se beneficia del uso de la plataforma como un particular. Esto es así especialmente por la naturaleza estadounidense de la mayoría de ellas. Por otro lado, se convierten en proveedoras de información y conocimiento que emplearán operadores privados. Microsoft, propietario de Linkedin, empleará la información de sus usuarios para entrenar su IA que posiblemente repercuta en beneficio de Copilot, por el que cobra licencia de uso. Aunque esto se pueda limitar declinándolo, todos aquellos que participen en las comunidades de INAP social sin hacerlo, contribuirán a mejorar más o menos un servicio de Microsoft. Spotify usa sus podcast para entrenar sus propios modelos que repercutirán en su negocio ofreciendo mejores servicios. Adicionalmente, la red musical ha tenido algunas polémicas con los derechos de la plataforma frente a los podcasts publicados en ella.
Las opciones de las Administraciones ante las plataformas digitales
- Aislacionismo. Las Administraciones podrían optar por crear sus propias plataformas, como anteriormente el INAP Social. Lamentablemente, en muchos casos esto no es sostenible en términos económicos o por simple capacidad de mantenerlas. Tener plataformas es una buena opción, pero requiere una disponibilidad de medios al alcance de pocos y una cantidad de trabajo nada despreciable.
- Apertura a fuentes abiertas y transparentes. Una segunda opción sería optar por canales abiertos no controlados por estos operadores. En algunos casos esto es sencillo (publicar un podcast en uno de los múltiples servicios abiertos) otras no (encontrar una red social «abierta y transparente).En este caso, el alcance es limitado, aunque el control es total
- Entrega. Una tercera línea sería la que comentamos. Participar en estas plataformas directamente. Esto reduce costes y da visibilidad, pero reduce el control de tu contenido y aumenta la dependencia de las plataformas.
- Colaboración/apoyo. Una última opción sería la de usar estas redes como elementos de apoyo, pero no como canales principales. Es decir, puedes usarlos como complementarios, pero no dejar como espacios ni más exclusivos ni más reconocibles. Por ejemplo, el contenido de INAP Social podría curarse de algún modo en los diferentes recursos virtuales del INAP. Es quizá la más interesante, pero requiere una cantidad de esfuerzo y estrategia importantes, aunque no tanto como crear una plataforma propia.
El conocimiento ya no es lo que era.
En todo caso, hay que considerar que esa discriminación entre el conocimiento para AAPP y para sector privado no es el mismo. Esto no es posible ni por la ontología del gobierno abierto, ni por la situación de la tecnología, ni por los últimos 25 años de internet. Las organizaciones comparten conocimiento y colaboran, y este es un escenario de «lata de gusanos»: ni hay manera de eliminar ese contenido, ni la hay de pasar a un mutismo propio del siglo XX.
Por otro lado, como bien señala Mazzucato, eso no significa claudicar ante el sector privado. Contenido generado por actores públicos no debe dar pie a un enriquecimiento privativo y exclusivo de un sólo actor o un grupo reducido. Aunque no tengo una respuesta clara para todo esto, tengo algunas pistas de por dónde empezar;
- Reducir la dependencia exclusiva de canales privados. Puedes usar y beneficiarte de la visibilidad y acceso de plataformas privadas, pero el núcleo de la propuesta de valor se debe controlar en canales propios.
- Minimizar la cesión de contenido a operadores privados. Eliminar aquellos servicios que exijan la cesión total del contenido y configurar aquellos que lo permitan de manera que la cesión sea mínima.
- Impulsar el valor del contenido. En tiempos de gran cantidad de ruido es necesario curar, consolidar y potenciar el contenido clave generado al amparo de los actores públicos. Esto supone curación y una cierta estrategia y estructuración
- Hacer pedagogía. El carácter social de muchas plataformas hace que el contenido a proteger no sea solo el de la organización, sino también el de quienes interactúan con ella. Un esfuerzo de transparencia de cómo afecta a su contenido la red en la que participan y como configurarla según su voluntad.
- Aumentar la visibilidad de la contribución pública. El conocimiento público se privatiza cuando su conocimiento es tan marginal que un actor privado puede pasar por suyo propio. Es necesario impulsar la visibilidad de aquellos elementos de contenido que aportan más valor y compartirlo de manera abierta.
En todo caso, hay que decir que la creación de una estrategia requerirá un aprendizaje constante por parte de los diferentes actores implicados.