
Hace unos años (casi una eternidad) reflexionaba acerca del posible fracaso del Gobierno Abierto como respuesta para reafirmar las democracias. Entonces, el año 2019, no había una pandemia, Trump estaba terminando su primer mandato. Desde entonces la cosa no ha ido especialmente a mejor: el crecimiento de opciones autoritarias se ha multiplicado en democracias consolidadas como fuerzas de gobierno o segunda opción. Amplios colectivos demográficos rechazan las instituciones liberales y aceptarían modelos autoritarios en determinadas circunstancias. Trump ha sido elegido de nuevo, y ha iniciado un desmantelamiento institucional sin precedentes. Además, ha realizado públicamente prácticas colusorias sin ningún rubor. Esto no es culpa del modelo de Gobierno Abierto: hay claramente una serie de opciones políticas que se han declarado enemigas del orden democrático liberal e invierten fuertemente en acabar con el desde dentro y desde fuera.
Mi sensación es que vencer la supervivencia de la democracia en las urnas requiere a las fuerzas democráticas poner toda la carne en el asador. Aún así, las victorias actuales son exiguas y frágiles. Creo, en definitiva, que hay que reposicionar lo público mucho más allá del Gobierno Abierto. La respuesta que puedo dar (que no sé si será la cierta) la he encontrado en el filósofo coreano y premio Princesa de Asturias Byung-Chul Han.
Byung-Chul Han, transparencia, agotamiento y esperanza
Buyng-Chul Han es un filósofo surcoreano afincado en Berlín. Se trata de un profesor de Estudios Culturales en la Universdad de Berlín. Siendo de la escuela alemana, la influencia de Hegel y Heidegger son básicas en su pensamiento. Esto se notará en aspectos relativos a la necesidad de una cohesión discursiva social y de proyectos comunes para la acción social. Pese a tener una obra bastante extensa (más de 20 libros) estos no son muy largos, aunque un poco densos. En todo caso, hay tres obras que creo que interesan para nuestro casos La sociedad de la transparencia, La sociedad del cansancio (traducción de burnout, que no me convence) y El espíritu de la esperanza.
La sociedad de la transparencia y la pérdida de la reflexión
La primera de las obras a tratar es La sociedad de la transparencia. En este tratado Byung-Chul Han reflexiona acerca de la llamada sociedad de la información y del paradigma informacionalista. Si bien es cierto que tradicionalmente se ha entendido el progreso técnico como algo positivo y de la llegada de la sociedad digital como un gran avance, esta encierra importantes problemas. En este caso, la obra centra su atención den dos grandes fallos:
- El exceso de exposición y consumo de información. La banalidad de las comunicaciones y del contenido digital, y la pérdida de contacto genera un concepción superficial del indivduo por otros y de la realidad en su conjunto
- El continuo consumo de información impide el periodo de la reflexión individual, entregando a actores dominantes la dirección de la sociedad. Esta parte está, evidentemente, muy relacionada con el pensamiento de Hana Arendt acerca del peso de los medios de masas en la aniquilación de la voluntad individual que desemboca en el nazismo.
En todo caso, creo que estas dos situaciones han afectado de manera importante a los poderes públicos.
- La transparencia ha dado lugar a una exposición banal, fragmentada y abrumadora. Consultar portales de transparencia es un proceso complejo para gente que se dedica a esto, no hablemos del común de los mortales. No solo es eso, sino que después de numerosos casos de corrupción, desviaciones programáticas y encrespamientos discursivos, el contenido real se antoja futil y, a la vez, abrumador. No se maneja fácil y, aunque así fuera, la capacidad comprensiva de su público se queda a medias, generando una importante frustración o desprecio.
- La saturación de información impide la comprensión del discurso de lo público. Si a la saturación informativa que ha generado las redes le añadimos los portales de transparencia, de datos abiertos y todo lo demás, el resultado es negativo. Empecemos por el hecho de que hay un consumo continuo de no-informaciones a lo largo del día con el único fin de aumentar tráfico a base de levantar emociones. Por otro lado, la información pública «canónica» es difícil de entender e ingente en sus dimensiones. Esto convierte la compresión de lo público en un magma en el que juntamos emociones, política, desinformación y miles de datos descontextualizados. En caso de duda, vamos a quien nos lo cuente.
Esto no quiere decir que haya que renunciar a la transparencia. Puedo afirmar por experiencia que, cuando esta falta, el nivel de malestar, especialmente en cuestiones más o menos vitales, es enorme. Sin embargo, hay que distiguir públicos, contenidos y relevancia en lugar de hacer un autoservicio de todo para todos. Sin embargo, tiene que ser clara, dirigida, sustantiva y relevante. No basta con hacer un portal, hay que hacer llegar lo más relevante a las personas que necesitan saberlo.
La sociedad del cansancio(burnt-out): cuando lo que amabas te resulta insoportable
Debo reconocer que mi primer contacto con Byung-Chul Han viene de los artículos de Manuel Alcántara recopilados en Huellas de la democracia fatigada. Como decía, la traducción me parece insuficiente, dado que el Burnt-out del título en inglés hace referencia a un síndrome con traducción al español (quemado laboral), que define lo que el autor pretende. Las democracias «quemadas» son aquellas que son resultado de un exceso de exigencia a sus ciudadanos hasta generar primero agotamiento y luego repulsión.
En este caso, Byung-Chul Han considera que la visión liberal y capitalista de la producción, la productividad y la resiliencia queman al individuo. Dicho de otra manera, la concepción de la utilidad y la pérdida de reflexión y descanso genera una profunda frustración destructiva. En este caso, la analogía es igual de sencilla:
- La necesidad del shock como elemento político movilizador es un requisito de la democracia digital. Cada elección es histórica, cada candidato una amenaza, cada oportunidad la última. La ciudadanía tiene unas preferencias claras que defiende con frecuencia.
- Sin embargo, la movilización constante es agotadora y encrespadora. Es necesario tener un posicionamiento ante todo y movilizarse ante cada amenaza y disenso. Esto supone un peaje adicional.
- Los resultados insatisfactorios ante promesas de «resolver todo» ante las amenazas de otras fuerzas políticas confunden al instrumento (el partido) con el objeto (el sistema). Se exige un voto para frenar a la ultraizquierda o a la ultraderecha, o al cambio climático o a la amenaza comunista, y luego los vencedores suelen defraudar en resultados y escándalos de corrupción.
- El giro se pone más complejo cuando los mecanismos de participación ciudadana se ven como el antídoto. Ante una democracia deficitaria y una política corrupta, se propone flexibilizar las decisiones en cuestiones como urbanismo o presupuestos públicos (temas complejos de por si). A esta propuesta hay que añadir que la gente tiene vidas complejas y exigentes y que, en caso de que el resultado no sea satisfactorio, la responsabilidad es de quien no participa.
La exigencia activa de los ciudadanos y continua para la pervivencia y resolución de deficiencias del sistema político son frustrantes, agotadoras y provocan desafección. Ni tienen los medios, ni el tiempo, ni la preparación son los adecuados para resolver los problemas del sistema. Tampoco cada elección es crucial, crítica y existencial. Culpabilizarlos exclusivamente a la ciudadanía de esas deficiencias provoca una repulsión en parte de ellos hacia las instituciones que le servían y que les debían proteger de esas derivas.
El Espíritu de la Esperanza. Abrir lo público para hacer algo
El tercer libro cambia el tono del autor hacia algo más positivo, lo que no es difícil. En esta obra el autor considera la necesidad de la esperanza como un proyecto de realización a futuro, un motivo para la acción y para el cambio. Más allá de una lectura pasiva tradicional de la esperanza, Byung-Chul considera que la esperanza es algo similar a ese proyecto colectivo hegeliano o la razón vital de Ortega y Gasset.
Partamos de que tanto la saturación de la transparencia como el quemado de la democracia, entrega a la ciudadanía a opciones autoritarias. Gente fuerte, con respuestas que permite un acomodamiento a la falta de pensar ante la alternativa de una falta de proyecto identificable. Una respuesta ante una sensación abrumadora. La esperanza, la capacidad de ofrecer un proyecto de futuro por parte de los poderes públicos y de las instituciones son la contramedida a esta crisis. Hemos centrado tanto el tiro en el instrumento (la apertura) que hemos descuidado la finalidad.
Es necesario, por lo tanto, transformar el horizonte de la regeneración democrática requiere.
- Cambiar la estrategia de la transparencia. Dejar la cantidad por la calidad: una transparencia sustancial y no un modelo «spaguetti» en el que se tira todo a la ciudadanía y lo que se queda bien, y lo que no, pues nada. Es necesaria una definición sustancial, ordenada, clara, fiable y relevante de la información pública. Que no sature, pero que sea suficiente.
- Romper el nivel de presión sobre la ciudadanía. Cualquiera que lea los titulares de tres periódicos distintos a la hora del café estará aterrorizado por la izquierda, la derecha y el centro. Aparentemente las instituciones son tan débiles que no pueden aguantar los constantes golpes de estado que alternativamente dan estamentos oficiales. Contextualizar, medir y adecuar la criticidad de cada tema es un mecanismo necesario para elegir debates por relevancia y encontrar puntos de encuentro.
- Ofrecer un proyecto de cambio. Si os digo la verdad, gran parte de los planes de las administraciones son un refrito, una «flipada» o un refrito de flipadas. La mezcla entre asesores de comunicación, zeitgeist organizativo y tecnológico, y postureo institucional me han hecho muy escéptico. No obstante, si que encuentro acciones y resultados ilusionantes aquí y allí, pero por algún motivo, son las propias instituciones los que les hacen de menos apostando por la última «buzzword». Recordando el eslogan del refresco «la publicidad hace milagros, xxx solo quita la sed», deberíamos optar por «el servicio xxx hace esto, no es necesariamente una maravilla, pero no será una complicación».
Un poco de serenidad para construir unas instituciones más solidas.
Como decía, que el modelo falle no es culpa del modelo, o solo del modelo. Las amenazas de la administración estadounidense a las instituciones europeas por ir «por el mal camino» son una muestra de que las agresiones a la democracia liberal son premeditadas y orquestadas. Sin embargo, creo que entrar en el pánico y la urgencia contribuye a lo que Steve Bannon llamaba «llenar el terreno de mierda»: poner tanto en medio, que nadie sabe qué es la realidad.
Es necesario, por lo tanto, que las administraciones públicas por si mismas tomen aire y decidan:
- El modelo de administración que debe ofrecer a su ciudadanía (esperanza)
- Lo que cada unidad puede ofrecer a la ciudadanía para cumplir ese modelo
- Qué es razonable esperar que la ciudadanía aporte para eso
- Qué elementos necesita conocer la ciudadanía para valorar ese cumplimiento
Lógicamente, el papel de protagonista de este giro recae esencialmente en los gobiernos. Las administraciones en sistemas democráticos son instrumentos de los gobiernos, pero también, y sobre todo, entes de servicio a la sociedad. Eso significa que tienen una parte importante que jugar más allá del papel que deparen de ellas los gobiernos. Una mayor solvencia, claridad, profesionalidad y respeto a la ciudadanía como titular de derechos son los primeros pasos para afianzar una confianza que se erosiona escándalo tras escándalo.
Dicho de otro manera: necesitamos reflexionar y redimensionar hacia algo más sustantivo y manejable. Todo lo que sea incrementar herramientas, profundizará en la confusión y el desapego.
1 comentario en «Byung-Chul Han y el Gobierno Abierto. Reflexiones para reposicionar la democracia»
Muy completo e interesante resumen.
Desgraciadamente es más fácil explicar descriptivamente la realidad que encontrar prospectivamente soluciones que mejoren el ejercicio de la actividad política desde la racionalidad y el respeto a los derechos que creíamos compartidos.